Basilio Sánchez


Crítica de A este lado del Alba

EMILIO MIRÓ, Dos nuevos jóvenes poetas: Javier Peñas y Basilio Sánchez. ÍNSULA, nº 454, 1984.

[...] Canto, exaltación y espiritualización de la realidad están presentes en la poesía de Basilio Sánchez: Iniciación al cántico se titula el segundo poema de A este lado del alba. Que la piedra cante es otro de la tercera parte, y en la segunda hallamos otro título muy expresivo de la tendencia señalada: El niño comulgaba con la piedra. Si Luis Cernuda había titulado en 1947 Como quien espera el alba uno de los libros de La realidad y el deseo, el poeta extremeño también aspira a la luz —la espera y la invoca— desde el territorio de sombra en que aparece instalado. El brevísimo poema inicial —a manera de introducción— de A este lado del alba habla de "resurrección tan íntima". Resurrección a una plenitud de vida, de alegría, a través del amor y simbolizada en la luz: "Mirad, oíd cómo la vida va surgiendo poco a poco / luz a luz...", escribe en Y amaneció el día primero, cántico que la propia tierra hace a su despertar al principio de su existencia. Tierra-mujer tendida y ofrecida frente al viento y el mar, "... y risas". Todo el poema es como un exultante cántico nupcial, de unas bodas cósmicas, como las que cantó en prosa luminosa y encendida Camus. También la poesía de Basilio Sánchez posee una intensa sensualidad, surgida de los ámbitos naturales, purísimos, donde el mar y la espuma, pájaros, árboles ("álamos vibrantes"), y, siempre, la luz, configuran el territorio del amor, de la dicha: De la inocencia, Evocación e imagen, Preludio elemental, en la primera parte del libro, aportan este aliento "pagano", prolongado en poemas posteriores, como el precitado Y amaneció el día primero, y, entre otros, Vasija para un cuerpo desnudo, texto modélico de esa alianza inocencia —sensualidad, pureza— carnalidad, que aquí se simboliza en el barro, la arcilla —es decir, la tierra— de la vasija, "carne" en donde refugiarse y descubrir la propia carne anulada por la realidad presente: "...Vuelvo a tu vientre, ahora, desde el número / desde el tiempo perdido en las aceras, / aquí pondré mi manto, mi almohada, / desvelará tu arcilla / el gozoso presagio de mi cuerpo."

Basilio Sánchez se incorpora a una antigua y fecunda "visión" del existir humano: una larga travesía del desierto, una "noche oscura del alma", que debe conducir al edén, a la luz, a los frutos terrenos o a los eternos goces celestiales. A un nuevo y definitivo amanecer. ¿Cómo no pensar, evocar, ante esta poesía, el alto y tenso arco lírico que podemos tender desde Luis de León y Juan de la Cruz hasta Juan Ramón Jiménez, como nombres puntales y cimeros, y para limitarnos a poetas españoles? [...]