Basilio Sánchez


Crítica a Entre una sombra y otra

ANTONIO ORTEGA, A la altura del mundo. Babelia, El País 15-07-2006

La poesía de Basilio Sánchez (Cáceres, 1958) tiene una clara raíz simbolista. Símbolo y realidad son, además de compatibles, ejes complementarios: lo simbólico se fundamenta en las aspiraciones de una realidad al alcance de nuestra existencia, o dicho de otro modo, se parte de la realidad aparente para elevarla a la categoría de símbolo. De ahí la serenidad del verso, el compromiso intenso con el conocimiento interior y la verdad moral de la vida: "Y no hay otra certeza, / no hay más verdad que ésta en la que todo / permanece inmutable. Excepto yo. // Este hombre que mira". En ese camino de conocimiento del que somos partícipes, las formas y modos poéticos de Basilio Sánchez han cambiado poco, pero asumiendo en cada estación una capacidad mayor de intensidad y reflexión contemplativa. La suma de sus libros semeja el mecanismo de una muñeca rusa, cada uno acogiendo en su seno los anteriores, abriendo posibilidades de expresión, ampliando y templando la calidad del timbre de voz, siempre reconocible pero siempre distinto.

Entre una sombra y otra (XX Premio Unicaja de Poesía) relata "el sentimiento de vivir" en el paso de un día, el tiempo y el espacio que va de una noche a otra, ese ritmo cambiante que "va trazando el camino de lo oscuro a lo oscuro". Da cuenta así de la esperanza y la desesperanza, del amor y su falta, de la felicidad y el dolor, de las contradicciones que surgen en la luz mudable y las promesas de una jornada vivida bajo el orden y el desorden de las sombras: "el universo mismo delante de nosotros / con sus profundidades y sus grandes vacíos". El mensaje del tiempo y el rastro de los días. Y esa luz compartida que "ordena el mundo" es su símbolo fundamental, el que ilumina u oscurece el resto, y al tiempo los reúne. En ella se yuxtaponen el tiempo y los escenarios, el paisaje del día y de la noche, la realidad conocida y "lo que de la vida ha sido ignorado". Es ella también la que hace presente la labor del poeta y "el vuelo circular de las palabras". El sentido de comunión en la luz, en las palabras que revelan y nos elevan sobre ese "rastro / que sólo es accesible al pensamiento".

El poema se hace serenamente preciso, con la lúcida sabiduría de la mirada interior, de la razón y la mesura que surgen de la forma madura de la pasión. Así lo leemos en 'Espacio', donde el poeta deja sobre su mesa una vela encendida porque sabe, como pone de manifiesto en 'El umbral', que "La altura de la mano que sostiene una vela / es la altura del mundo". Una vela encendida era el símbolo del olvido de sí mismo en la profesión médica, y así el poeta mira a través de nosotros en poemas que son "Palabras extraídas una a una de lo que estaba oculto". El principio de todo.

LUIS GARCÍA JAMBRINA , Una verdad sin ruido. ABC Cultural, 12-08-2006

Con su anterior libro, Para guardar el sueño (2003), Basilio Sánchez (Cáceres, 1958) había alcanzado ya su plena madurez poética; ahora, con el titulado Entre una sombra y otra, consigue ahondar aún más en su peculiar mundo. Estamos ante la meditación de un paseante solitario, de un ser contemplativo que reflexiona ante la naturaleza y busca sus correspondencias con la vida humana. Por eso, ese transcurso «entre una sombra y otra» representa, en efecto, el curso de un día ?entre una noche y otra?, pero también una vida entera, y, por lo tanto, un camino de conocimiento, «de lo oscuro a lo oscuro»; naturalmente, «lo oscuro» es el misterio, lo desconocido, «lo que de la vida siempre ha sido ignorado».

Si en el poemario anterior el símbolo fundamental, el símbolo en el que se integraban y reunían los otros símbolos, era la casa ?«una casa en lo alto»?, en éste lo será la noche, una noche solar y luminosa, precursora del alba y continuadora del día; anuladora del tiempo huidizo y sucesivo e instauradora de un tiempo cíclico y eterno. De ahí que la mayor parte de los poemas tengan lugar, de una manera u otra, en dicho ámbito: «He esperado intensamente a la noche, / igual que a la mañana, con devoción idéntica. / De todos mis defectos, / ése ha sido el mayor. Mi única verdad».

Desde el principio, el poeta nos habla, por otra parte, de un desdoblamiento: «El hombre que ahora ve y el que está ciego / se saludan al alba». También de una doble vida, gracias a las palabras: «Unos años tan sólo / y entre una hoja en blanco / y un página escrita habrá una vida / que he vivido dos veces». En este sentido, habría que decir que son frecuentes las reflexiones sobre la labor poética: «el vuelo circular de las palabras / sobre todas las cosas; el trabajo, / antes de que la noche se vuelva imprescindible, / de organizar a solas, con un poco de luz, / otra vez el paisaje». Un paisaje, eso sí, que es a la vez exterior e interior, visible e invisible.

En este libro, Basilio Sánchez vuelve a mostrarse dueño de una voz inconfundible, poseedor de un lenguaje de una gran concreción, plasticidad y naturalidad («El final del camino es un inmenso lago. / No es el agua que fluye, no. La eternidad / siempre ha sido un estanque»). El resultado, en fin, es una poesía limpia, serena, lenta, silenciosa..., la mejor expresión de esa búsqueda constante de «una verdad sin ruido».

TÚA BLESA. Entre una sombra y otra. El Cultural, 25/05/2006

Basilio Sánchez (Cáceres, 1958), entre cuyos libros yo destacaría Para guardar el sueño, se plantea, desde el título y desde el primero de los versos, "El hombre que ahora ve y el que está ciego", una estructura de dualidad que articula todo el libro y que toma diversas formas, como "una mujer que duerme/ ilumina los ojos/ de otra mujer [...] despierta"; duales también son espacio y tiempo: lo interior (la casa, las habitaciones) y lo exterior (la calle, el paisaje), la noche y el día, etc. Pero es que hay también, se dice, un doble discurso que, sin embargo, es uno: "Su palabra y la mía son idénticas". Escritura de lo doble o doble escritura, por medio de la cual vida y escritura se anudan, se corresponden y, así, se afirma: "entre una hoja en blanco/ y una página escrita habrá una vida/ que he vivido dos veces."

Si escribir es pura vivencia, las palabras no son vistas como abstracciones, sino como cosas: "Las palabras que escribo, / también las que no escribo, son objetos / que dejo a la intemperie". Y no es sólo la cosificación, sino que en esos versos se desliza un pensamiento de sospecha sobre el propio quehacer, pero que se dice de un modo indirecto que resulta de eficacia poética. Otro poema, titulado "Como un reflejo solo", comienza con "Voy leyendo en voz baja" y, además de que en ese proceso se desdibujan las palabras escritas, se lee al final que "un moho fosforescente cruza el bosque,/ va trazando un camino de lo oscuro a lo oscuro". Según la estructura de correspondencia general, también la lectura circula entre una sombra y otra, ofreciendo los elementos necesarios para que el lector construya toda una teoría poética indudablemente moderna.

A. LÓPEZ ANDRADA, Honda serenidad. La poderosa plasticidad de Basilio Sánchez. Diario de Córdoba / Cuadernos del Sur, 18/05/2006

Hay una poesía que se nutre fundamentalmente de esas visiones precisas y fulgurantes que nos ayudan a ver la realidad desde una óptica serena y reflexiva, meditativa, incluso filosófica, donde nunca falta el pellizco de la luz que nos mueve el alma con el resplandor de una emoción. No es muy común que un poeta utilice un plano deliberadamente abstracto del lenguaje para concretar el dibujo de la realidad con una dificilísima precisión, de una manera imposible de igualar, ahí reside el mérito de los genios, de los que hacen su obra artística o literaria apartados siempre de los cánones establecidos, describiendo el mundo desde una óptica distinta, de un modo absolutamente original. El poeta que nos ocupa, Basilio Sánchez, ha ido escribiendo a lo largo de los años una obra poética sobria y reflexiva, lejos de las modas, en la absoluta soledad de aquel que se siente creador y busca su voz dentro de sí mismo, sin fijarse en los demás.

[...] Con sus entregas anteriores, Basilio Sánchez fue elaborando una voz personal, honda, meditativa, absolutamente brillante y original, que lo apartaba de todas las corrientes poéticas del país. Pero es en este último libro de versos, Entre una sombra y otra, con el que ha conseguido el XX Premio Unicaja de Poesía, donde más destaca la poderosa plasticidad de una poesía cuajada de una serenísima madurez. La poesía de Basilio Sánchez, dotada de un ritmo envolvente y cadencioso, utiliza elementos sencillos del lenguaje (una puerta en penumbra, una casa, un árbol, una puesta de sol) con los que va hilvanando un poderosísimo cañamazo expresivo que sugiere diversos paisajes y estados de ánimo que el lector enseguida asimila como propios.

[...] Estamos, en fin, ante un poeta excepcional, uno de los mejores, sin duda, de este país, una de esas voces míticas y originalísimas a la altura de mejor Antonio Gamoneda, a cuya poesía se parece algo ésta que comentamos, sobre todo en su rica y abundantísima plasticidad expresiva. Basilio Sánchez sugiere y emociona a través de hondas imágenes líricas.

ÁLVARO VALVERDE, Entre sombras. Diario HOY, 4 de marzo de 2006

[...] Como todo poeta maduro, y él lo es hace tiempo, Basilio Sánchez mantiene en esta nueva entrega buena parte de las características que han hecho de su poesía una de las más interesantes del panorama lírico español de estos últimos años. El lector habitual de su obra se encontrará ante unos versos reconocibles porque el tono general, insisto, es el suyo, el que ha logrado alcanzar y, en consecuencia, le distingue del resto de las voces y los ecos que conforman nuestra poesía contemporánea. Un tono, añado, que dibuja el mundo personal y literario (dos cosas y la misma, más en su caso) donde habita; el mismo mundo en el que invita a vivir a sus lectores.

[...] No es una cuestión de repetición sino de coherencia. Uno es el que es y de eso dan cuenta, aproximadamente, los poemas que escribe. Eso es todo. O debería serlo.

De ahí la pertinencia de las palabras de la contracubierta: «A modo de diario de un día, como un paseo solitario —de una sombra a otra—, en estas páginas se medita sobre lo que uno es y sobre donde uno está». De "meditaciones de paseante" habla el autor en otra parte para referirse a este nuevo libro y la definición me parece certera.

A la meditativa, una línea central (por encima de facciones o tendencias) en la poesía española de todos los tiempos, se adscribe con naturalidad la poesía de Basilio Sánchez. Y ya ahí, si se me permite el innecesario distingo, a otra más universal todavía, la humanista. No en vano, como precisó Czeslaw Milosz, "la poesía pertenece sin duda a la tradición del humanismo y queda indefensa ante la barbarie común".

Hablé antes de tono (últimamente, antes tantos síntomas de "barbarie común", ante tantas mentiras y tanto ruido, habla uno mucho de tono) y me ratifico en su importancia para cualquiera que se acerque sin temor a esta poesía. Da gusto leer estos poemas que te cobijan bajo su lúcido discurso, que te prestan esa serenidad que sólo proporciona la sabiduría. Sí, aunque Basilio Sánchez sea demasiado joven para ser un sabio, sus versos transmiten verdades que sólo la filosofía (en este caso, a través del pensamiento poético) es capaz de comunicar.

Estamos ante una poesía que, de puro clara, deslumbra. No para cegar, cuidado, sino para ver mejor: hacia dentro, a lo hondo.

Sentenciosa en el mejor sentido, precisa, dotada de un ritmo impecable, escrita con palabras sencillas, inspirada, son rasgos que la definen pero que no la agotan. A la relectura están destinados los versos de Entre una sombra y otra. Nos lleva a ello la inercia que su hipnótica lectura imprime, tan sugerente al cabo, tan cautivadora. [...]

JOSÉ LUIS PUERTO, El que enciende las lámparas (a propósito de Entre una sombra y otra, de Basilio Sánchez). Espacio / Espaço Escrito, Badajoz 2009

No es infrecuente en la lírica contemporánea la concepción de la poesía, de la creación poética, como una suerte de diario del espíritu, de itinerario vital registrado en una obra en la que, necesariamente, se han de conjugar el transcurrir del tiempo con el de la propia existencia. [...]

Entre una sombra y otra, el libro de Basilio Sánchez, [...] puede ser entendido como una suerte de diario en el que el autor fija la experiencia del espíritu en el transcurso de un día; una medida de tiempo que puede ser considerada como emblema del transcurrir vital, puesto que el existir no es otra cosa que una sucesión de días con los que sucesivamente nos tenemos que enfrentar.

Tras estas indicaciones en torno a la concepción de la poesía como un diario vital y espiritual, advertimos que también esta obra y, en general, toda la poesía de Basilio Sánchez, puede ser entendida como vita d´un uomo, vida de un hombre, en la tradición creada por Guiseppe Ungaretti, que tan bien le conviene a nuestro poeta extremeño, en el sentido de la plasmación de todo un itinerario existencial y anímico, en el que se ponen en relación y en concordancia la propia existencia junto con la realidad, el mundo, los otros, el universo..., tal y como por el poeta son percibidos.

Pero, ¿cuáles son las herramientas que utiliza el autor para plasmar y expresar esa experiencia poética de orden espiritual o psíquico que nos entrega en Entre una sombra y otra? Creemos que Basilio Sánchez va tejiendo su territorio, su mundo propio, que a todos nos entrega, a partir de la contemplación, de la meditación y de la memoria.

El poeta convierte su escritura en un oficio de paciencia y, con toda la minuciosidad y todo el detallismo de los miniaturistas, va grabando un universo en el que convergen el mundo exterior y el otro más íntimo, la naturaleza y el cosmos, el día y la noche, la compañía y la soledad, la vigilia y el sueño..., a través de una escritura que también medita sobre sí misma, sobre su sentido y su razón de ser.

[...] Entre una sombra y otra es un libro marcado por la atención, es la escritura de quien está atento al rumor del ser y al rumor del mundo, que ambos se escuchan en el libro. Pero es una obra que también nos previene de continuo contra la desmesura, ya que se sitúa siempre y de un modo constante en los parámetros de lo próximo, de lo pequeño, de lo cercano, de aquello que no escapa nunca al pequeño mundo del hombre. Y éste es un hilo que recorre sistemáticamente la obra de principio a fin. [...]

Estamos ante un universo "a la medida del hombre" (p. 12), algo que nos lleva a ese hermoso título de una reunión de la poesía del brasileño Joao Cabral de Melo Neto, A la medida de la mano. El autor, para esta labor de agrimensor de lo humano y de lo cósmico en la que se embarca, utiliza tres términos: medida, altura y tamaño.

[...] El poeta, el sujeto, adopta en la obra distintos modos de presentarse ante el lector. Unas veces lo hace desde la primera persona, ya sea del singular o del plural. Pero en no pocas se distancia de ella y recurre a imágenes sugeridoras en las que aparece, genéricamente, la figura de "el hombre". Y, así, se ve, por ejemplo, como: "Este hombre que mira" (p. 58), esto es, como el contemplador; o nos habla de que: "Mi deuda con la vida es este hombre / del tamaño de un puñado de tierra que ahora escribe." (p. 73); o de: "El estremecimiento, / delante del poema, de otro hombre sin paz." (p. 79)

En esta contemplación meditativa en la que lo poemático se resuelve, están también los otros, con su presencia y con su misterio, formando parte de un paisaje con figuras, en el que podemos advertir en la ciudad, en la calle, a la gente, al hombre y a los hombres, a la mujer y a las mujeres, a "el paseante" (p. 23), utilizando términos que se esparcen por el libro.

Y aparece también, de un modo muy púdico pero sugerido, la presencia del amor, de la amada, de la compañera, en la "confluencia de las intimidades" (p. 16): "Mi paz contra la tuya, mi silencio / contra tu transparencia" (p. 15). Y es en este territorio de la intimidad, de los adentros, simbolizado en la casa, donde aparece la expresión del amor.

[...] La temporalidad es otro de los hilos con los que aparece tejida claramente la obra. Y, en ella, se expresa y se desarrolla la meditación sobre la poesía y sobre su escritura. Si el día es un breve fulgor entre dos sombras, la vida es una secuencia "entre una hoja en blanco / y una página escrita" (p. 18). La escritura, por tanto, según la concepción que expresa en esta obra Basilio Sánchez, para ser verdadera, ha de estar impregnada de la vida.

[...] Podríamos rastrear, a lo largo de todo el poemario, el platonismo que sugieren estos versos: ese "espíritu de las palabras", ese mundo del ideal, "por encima de nosotros", que nos debatimos Entre una sombra y otra, como reza el título, o, lo que es lo mismo, que estamos en la caverna, de espaldas a la luz. Aunque la luz es también otra constante en esta obra, es el símbolo más poderoso que la atraviesa, pues el poeta siente que la vida de todos —la suya propia y la de los demás— está "iluminada por el misterio".

[...] La palabra poética, en Basilio Sánchez, está vinculada también —dentro de una tradición que encuentra en Antonio Machado un claro paradigma— a la temporalidad. Y, a la vez que el espíritu de las palabras nos sobrevuela tanto a nosotros como a todas las cosas, las propias palabras son como semillas a la intemperie [...]

Formando parte de ese mundo de lo próximo, a lo que la voz poética asedia, hay también en el libro una atención a las cosas, que aparecen investidas de vida y de alma ante la contemplación del sujeto; están atravesadas por una sacralidad que no escapa al poeta. Así, se nos habla, por ejemplo, de "la santidad de la madera" (p. 36); o de las propias cosas "en la celebración de su liturgia" (p. 39)

[...] Otro de los hilos que atraviesa Entre una sombra y otra es el sentimiento de la piedad. Para María Zambrano, que le dedica un hermosísimo capítulo en su obra El hombre y lo divino, es el bien sagrado (lo mismo que la envidia es el mal sagrado) y consiste en el trato adecuado con lo otro y con los otros.

[...] También Entre una sombra y otra puede ser considerado, dentro de una tradición rilkeana, como un libro de las imágenes. Forman parte de las estrategias para sugerir y para trascender la realidad, que el poeta desarrolla. Y crean también un universo que no se nos impone a primera vista, puesto que tales imágenes llevan en el libro como una vida subterránea, nunca nos apabullan. [...] A través de las imágenes y de su secreta vida, el poeta imanta el mundo, para que nos fascine y no nos llegue como algo neutro y mortecino, sino que nos hiera con ese misterio que llega a nuestro territorio anímico.

[...] Entre una sombra y otra, a través de un decir meditativo, como en voz baja, evitando siempre cualquier grandilocuencia o cualquier desmesura, y yéndose hacia ese tono menor de lo próximo, de aquello que está a la medida de lo humano, es un libro de contemplaciones, un libro en el que la mirada se ejercita, a través de la vía interior, de la andadura por los adentros, sobre un momento del existir, entre una sombra y otra, para captar, dentro de esa breve secuencia, la temporalidad, el espacio (ciudad y naturaleza), los anhelos, la secreta labor de la escritura, la soledad y la compañía, el misterio de la luz, de la sombra, del agua, de lo que se nos configura y de lo que se nos diluye. [...]

Un libro como Entre una sombra y otra nos hace mejores, nos humaniza, porque conjuga belleza y verdad, como propugnara Keats, porque, en la mejor estela de la poesía de Occidente, sabe que la poesía no es tal si no expresa la vida, si no da cuenta del existir, si no da noticia de nosotros mismos. [...]