Basilio Sánchez


Crítica a La creación del sentido

Francisco Onieva: Solidez poética. Cuadernos del Sur de Diario de Córdoba, 21 de enero de 2017

Construir una poética sólida necesita de un ejercicio de reflexión sobre la propia praxis. Y no todos los autores se atreven a ello. Ni todos los que se atreven salen ilesos. Basilio Sánchez, uno de los poetas imprescindibles de las últimas décadas, es capaz de transitar el inestable y misterioso cable de la palabra asomado al vacío, sin sistema de retención alguno, y revisar sus pasos serenos y seguros, nacidos en la incertidumbre. Ahora recoge algunas de dichas reflexiones en un volumen titulado La creación del sentido, editado con mimo por Pre-Textos. Doce de estas meditaciones aparecieron ya en El cuenco de la mano, una publicación prácticamente imposible de encontrar que vio la luz en el año 2007 en la desaparecida Littera Libros.

El que nos ocupa es un libro heterogéneo, que recoge textos diversos en cuanto al planteamiento y a la técnica compositiva, pero coincidentes en la medida en que suponen un ahondamiento en la memoria del autor, en sus recuerdos, en sus experiencias y en su concepción de la poesía. Así, la estructura autobiográfica no solo los dota de calidez y hace desaparecer la aridez metaliteraria, sino que también permite a Sánchez indagar en las motivaciones de su escritura y en los factores que lo han llevado a la creación literaria. De este modo, la infancia, la memoria, la figura del padre y de la madre, la religión, el cine, las lecturas, la naturaleza, el paisaje rural y urbano, la capacidad fertilizante de la mirada, la pérdida de la que emerge todo escritor, la convivencia del poeta y del médico... se entrecruzan, estableciendo una sutil red de conexiones que va más allá del tono y de la musicalidad, del aliento ético que los nutre, de las repeticiones de ideas, de palabras, de frases e, incluso, de símbolos.

Algunas de las joyas que encierra este libro son Semilla para pájaros o Güelfos y Gibelinos. Precisamente, quiero cerrar esta aproximación con un par de semillas de las que el poeta cacereño deja caer en nuestros surcos: «La incertidumbre, la inseguridad, la sensación de pérdida o extravío es lo que suscita la creación artística» o «El poema no es más que un trazo titubeante que arrastra, necesariamente, una carencia, el estigma de una imperfección, la insuficiencia de no poder representar el mundo –que es a fin de cuentas a lo que aspira la escritura-, sino solo una parte».

Consideraciones propias de quien escribe con la convicción de que el poema es un acto de reflexión moral que germinará en un lector que no puede ni debe regresar indemne de la lectura.


Yolanda Izard: La creación del sentido, de Basilio Sánchez. Granite & Rainbow, Nº 33, enero 2016.

Crear el sentido de la vida, discernir el sentido de la obra, esto es lo que nos gustaría lograr como seres humanos y como escritores y lo que Basilio Sánchez (Cáceres, 1958) nos ofrece en este libro, una deliciosa y honda miscelánea de desvelamiento del territorio propio, en el que la poesía, la meditación metaliteraria y el encuentro con la formación del poeta se dan la mano. Creo que conozco bien la obra de este poeta de extraordinarias sensibilidad y humanidad, cuyos poemarios recomiendo también fervientemente, y sin duda “La creación del sentido” la ilumina, explicando no solo aquello que tantas veces, y como él mismo señala, “permanece al margen de nuestra comprensión”, pero también la fragilidad, el sosiego y la belleza de su mirada, que abarca la pureza de la infancia, el suceder del tiempo, el nacimiento de la escritura, sus influencias y sus maestros, el hondo significado de la poesía (“La poesía se dirige a quienes salen a recibirla”), la memoria tambaleante, y los lugares míticos de la sentimentalidad, con la celebración de la vida y su hermosura triste. Decantándose siempre por abolir las fronteras genéricas, esparce “semillas para pájaros”, breves anotaciones metapoéticas de una extraña y deliciosa lucidez (“Nada que no sea fruto de una elaboración de los sentidos puede proporcionarnos el milagro del gozo”, “Aun de naturaleza esencialmente intuitiva, el poema es siempre un acto de reflexión moral”). Como su poesía, la escritura de este libro aparece traspasada de humanidad, despojada, con una dimensión metafísica desde la que contempla el mundo con naturalidad sin abandonar el ensimismamiento que descubre el paisaje interior de acceso al “lugar de acogida y de resistencia” que es la poesía y que encuentra su sentido en esa “forma privativa que tiene cada poeta de relacionarse con las palabras y, a través de ellas, con el mundo”. “No escribo mis poemas para tener que teorizar sobre ellos, sino para dejarme conmover”, dice al final del libro. Conmueven también estas páginas, uncidas al alma, a la sencillez de la vida vivida con autenticidad y verdad, a ese desvelamiento de la hermosura en las pequeñas cosas, tal y como hiciera en sus versos y escribe aquí en sus breves prosas poéticas: “Tengo una relación sencilla con la vida. Si me lo preguntasen, mi posesión más apreciada es mi capacidad para valorar muchas pequeñas cosas insignificantes. Un paseo solitario al acabar el día reduce el universo a tres o cuatro palabras esenciales, a un pensamiento simple de una línea”. Basilio Sánchez es un poeta que no es posible olvidar: cuando uno accede a sus versos sabe que está en un territorio marcado con las huellas profundas de una verdad que en parte ha sido desvelada en este libro. Si se acercan a él, quizá les pase como a mí y reconozcan ese encuentro, que no se produce muchas veces, entre espiritualidades afines.


Miguel Ángel Lama: La creación del sentido, de Basilio Sánchez. Turia, Nº 116, Noviembre de 2015

«Cerca de aquí» fue una serie de doce prosas que Basilio Sánchez (Cáceres, 1958) publicó por primera vez en el esplendoroso volumen Los bosques de la mirada (Calambur Editorial, 2010), su poesía entre 1984 y 2009. La publicación entre los inéditos de aquellos textos alusivos a lugares de su ciudad de nacimiento y de residencia fue una nueva muestra de una especie de corriente interior en la escritura del autor extremeño. Nueva muestra porque la primera evidencia fue El cuenco de la mano (Littera Libros, 2007), un conjunto de doce textos de carácter narrativo y autobiográfico que confirmó la existencia de un manantial oculto que no había fluido hacia el exterior desde el comienzo de su obra poética en 1984.

La creación del sentido llega para certificar todo aquello. Y llega en un momento especialmente significativo en la trayectoria de un escritor como Basilio Sánchez, a los treinta años de andadura literaria desde la publicación de su accesit del Adonais (A este lado del alba) y después de la de una primera edición de su poesía reunida. No solo está todo lo anterior —El cuenco de la mano más «Cerca de aquí»—, sino gran parte de lo que ha venido acompañando el discurso poético de Basilio Sánchez desde los primeros tiempos hasta los últimos meses antes de la publicación de este bello libro compuesto por algo más de cuatro decenas de textos que, como señala su autor en «Unas palabras previas», nacieron «como apuntes, anotaciones, frases sueltas o —reflexiones de carácter poético al amparo de la escritura de mis poemas» y supusieron «una búsqueda del sentido profundo que la alienta, una aproximación a las razones que la fundan y le confieren el carácter». Es, por ello, una de esas creaciones que bandean los contornos genéricos y ayudan a desencordelarlos de excesivas tiranteces. Basilio Sánchez lo hace de una manera tan natural que se diría que no hay asomo de extravío en este libro espléndido y que se trata de una estampa que pinta del natural de la vida; pero, claro, lo hace llevándose al lector al terreno de la meditación reflexiva, del relato autobiográfico, del poema en prosa, del texto aforístico o del dietario y las anotaciones de lecturas. Un compuesto de variedades que va trenzado, sin embargo, por un mismo tono y está dotado de una cohesión extraordinaria. El libro se lee con esa apacibilidad a la que la mirada de Basilio Sánchez nos tiene acostumbrados; y, por eso, es tan recomendable para hacer lectores. Lectores en general; pero también lectores de Basilio Sánchez.

Autobiografía, estampa, aforismo, notas de poética... La tipología mixta de La creación del sentido es uno de sus valores y uno de sus significados principales, y la única taxonomía que podría admitir es la de los trasvases y contagios entre las capas genéricas que conforman la obra de alguien que ha decidido, a estas alturas, declararse de este modo. Un modo que puede ser la puerta de entrada a la obra poética de este poeta, una eficaz y sugestiva incitación a su lectura —estoy convencido—; pero también —para los que la conozcan—una manera absorbente de recorrerla y reconocerla, como si fuese un lugar ya visitado, una estancia, pongamos por caso; pero con los muebles y adornos debidamente dispuestos. Bastaría con volver a leer —estaban ya en El cuenco de la mano— «Adolescente» o «El nacimiento de la escritura» para reproducir cómo nace en un autor una pulsión literaria; o disfrutar con la lectura de otros fragmentos que remiten a diversos y numerosos lugares de la poesía del autor de Los bosques de la mirada. Pondré unos cuantos ejemplos. «Las manos» es una reescritura del poema del mismo título de El cielo de las cosas (ERE, 2000), en el que las variantes muestran con el cambio de la tercera persona a la primera el camino que va de aquello a este libro tan personal e íntimo. Es parecido itinerario el que sigue «Para decir tu nombre», que es el título de un poema de Para guardar el sueño (Visor, 2003), y que ahora toma como referencias unas fechas como marca de concreción significativa. Hay más. «Los caminos del día» como título recoge un verso del segundo poema de Las estaciones lentas, de 2008; «La vida que nos damos» es un texto de encargo escrito como elogio del libro en su día, y coincide en su nombre con un poema de Cristalizaciones (Hiperión, 2013). «Detrás de la ventana» se apropia de un lema como encabezamiento que son versos prosificados de un poema de Para guardar el sueño, «Entre nosotros».

La varia tipología se patentiza también en la diversidad formal del libro, que concierta textos muy cortos, de una o dos páginas, como «La costumbre de las palabras», «Frágil» o «El que guarda la lumbre», y otros compuestos por breves teselas aforísticas, como «Semillas para pájaros» (I y II), con aquellos de mayor extensión —no más de doce páginas— que parecen necesitarla por trasladarnos a un tiempo pasado íntimo («Mañana de domingo») que en otros momentos se evoca a partir de lecturas, como en «Modesto oficio», o de películas vistas en la adolescencia («Fratello sole, sorella luna»). Incluso el carácter fragmentario del conjunto se reproduce en algún texto compactado por la enumeración de trozos, como el que acumula objetos que representan un pedazo de vida, un recuerdo; toda una colección que está en «Bajo la almohada». Y todo ello debidamente dispuesto en una estructura de libro que no deja nada al azar, aunque el carácter misceláneo y fragmentario de la obra pueda sugerir otra cosa. No. Se trata de una estructura oculta y discreta en la que los únicos dos textos en serie —que tienen dos partes—, los ya citados «Semillas para pájaros [I]» y «Semillas para pájaros [II]», están situados en el conjunto de tal manera que marcan los goznes de tres supuestos segmentos o partes, las dos primeras casi equilibradas —16 y 15— y la última —8—, que es un final en el que se sitúan textos verdaderamente determinantes para comprender el significado de esta propuesta, como «El galápago viejo», que contiene palabras como «incertidumbre», «inseguridad», «pérdida», que junto a otras como «imperfección» o «insuficiencia», representan la actitud del escritor Basilio Sánchez en la escritura.

Basilio Sánchez ha logrado con la solvencia acostumbrada lo que pretendía: reproducir con su palabra y sin menoscabo de autenticidad, las experiencias vividas en la vida y en la escritura. Vida y escritura íntegras en este espléndido libro.


Eduardo Moga: La creación del sentido. Corónicas de Inglaterra. eduardomoga.blogspost.com.es 13 de junio de 2015

Basilio Sánchez es uno de los mejores poetas de la Generación de la Democracia —su primer libro, A este lado del alba, que fue accésit del entonces prestigioso premio Adonáis, data de 1984—, cuyo carácter, cuyo sentido pudoroso de la literatura y cuyas otras ocupaciones —Basilio es médico en un hospital de Cáceres— le han mantenido, quizá, en un relativo apartamiento, en cierta penumbra, en el mundo de la poesía, aunque su ritmo de publicación haya sido, desde principios de los 90, bastante alto, y todos sus libros hayan visto la luz en colecciones y sellos relevantes: su poesía completa, por ejemplo, Los bosques de la mirada, Poesía reunida 1984-2009, apareció en Calambur en 2009. Da a conocer ahora, en Pre-Textos, este volumen misceláneo, que recoge tanto textos inéditos como algunos otros ya publicados en entregas anteriores. Lo misceláneo está de moda: la mezcla, la hibridación, el fragmento, responden adecuadamente al sentido alineal que han adquirido las cosas en la posmodernidad, que reproduce, si no estoy equivocado, el propio zigzaguear del pensamiento y, a la vez, el reblandecimiento de las certidumbres, la relatividad de los discursos. Pero el desafío de lo misceláneo radica en que no lo parezca, es decir, en que sostenga otra suerte de coherencia, en que se revele como otra forma de lo sólido. Y eso Basilio lo hace a la perfección. En La creación del sentido reúne poemas en prosa, apuntes metaliterarios, entradas de un diario personal, breves ensayos sobre estética, trazos de una poética, fragmentos de unas memorias y pinceladas autobiográficas, entre otros textos de, felizmente, difícil clasificación. Sin embargo, esta multiplicidad de aproximaciones al lenguaje y a la vida —si es que son dos cosas distintas— no se dispersa en una nebulosidad variable, sino que se mantiene firmemente anclada a la realidad de la experiencia (y no me refiero, Dios nos asista, a la escuela poética así llamada, sino a la experiencia vital y a la de la literatura). Tres son las anillas de esta fijeza: la poesía, la reflexión sobre la poesía y la memoria, las tres enhebradas, a su vez, por una prosa firme, educada, elegante. Basilio analiza el hecho de la creación literaria desde su propia experiencia como lector y luego como escritor (así debería ser siempre: leer primero y después escribir, y no al revés, como muchos parecen hacer, o, aún peor, escribir sin leer, ni antes ni después): el arte y la biografía se juntan, pues, para explicar el poeta que Basilio es hoy. En ocasiones lo hace con espíritu introspectivo y, no es de extrañar, hasta científico, y, en otras, con palabras que hablan de la poesía siendo poesía, una poesía que, en su caso, siempre es silenciosa y susurrante, límpida y penumbrosa, despojada pero repleta. Me ha interesado mucho su análisis de la evolución que ha experimentado, desde sus primeras lecturas —las que lo lanzaron a la arena de la poesía— de Vicente Aleixandre, Pablo Neruda, Miguel Hernández, Walt Whitman y Claudio Rodríguez, entre otros autores de voz briosa y proliferante, hasta su descubrimiento de Antonio Machado, que le allanó el camino a un discurso y un tono propios. Escribe Basilio en "El galápago viejo", una de las piezas más interesantes del conjunto: "Desde el principio he querido escribir como si murmurase a alguien al oído, con la cercanía de las confidencias insoslayables y la mayor naturalidad posible, sin destemplanzas ni estridencias. 'Nunca se debería escribir ni una sola frase que no se pudiera susurrar al oído de un moribundo', decía Henri Pichette". La defensa de la mesura y la claridad que hace Basilio no es incompatible con el ejercicio de la complejidad y, sobre todo, con la aceptación de la oscuro —que no deja de ser otra forma de claridad, y aun la más radical— como un elemento más de la psique y las pasiones del alma, como otra dimensión, ineludible y enriquecedora, de la realidad. Su obra reivindica lo diáfano, lo preciso, lo equilibrado, pero sin futilidad, sin desgana lingüística, sin humildad artificiosa, sin ingeniosidades vacuas, sin tópicos. En el enumerativo "Imágenes en un espejo roto", Basilio escribe así: "La ortiga religiosa, la zarzamora mística, el espino sagrado. (...) Las cartas que se pierden en las hospederías, el anillo que se tira a los peces, la loza triturada y la madera reducida a ceniza de los represaliados. La varilla de iridio de los justos, la medida de lo bueno y lo malo. La invención de la lluvia en las cornisas, la capilla del bosque en la que viven hacinados los ángeles, la luz del horizonte reducida a un fulgor, a una piedra que late hasta extinguirse sobre las casas de los hombres...". La creación del sentido es también una reivindicación de la memoria: Basilio Sánchez vuelve una y otra vez a los paisajes de su infancia: a la zapatería que regentaba su padre en la calle Pintores, al pozo de su casa en la que una leyenda decía que se escondía una vasija llena de monedas de oro, a las calles, los parques y los rincones de la Cáceres del último franquismo, a los padres, abuelos y bisabuelos de la familia. Y todo revive con una naturalidad, pero a la vez con una intensidad evocativa, condigna de su pensamiento. Su melancolía, dorada pero domada, nos despierta la nuestra, porque esa es una de las virtudes de la mejor literatura: lo más íntimo de quien nos habla acaba constituyendo nuestra propia intimidad. "Como a la pintura o a la música —escribe Basilio en uno de los esclarecedores apuntes de 'Semillas para pájaros (I)'—, es posible que accedamos mejor a la poesía con los sentidos que con la inteligencia. Y sin embargo, aun de naturaleza esencialmente intuitiva, el poema es siempre un acto de reflexión moral". Es verdad: hasta el poema más irracional es un arrebatado ejercicio de la razón. Basilio Sánchez ha escrito en La creación del sentido un gran libro de poesía y un gran libro sobre la poesía.


Fermín Herrero. Narraciones excéntricas: La creación del sentido, de Basilio Sánchez. El Norte de castilla, 30 de mayo de 2015

Más allá del argumento, del contenido, todo texto literario debe perseguir una idea armónica del mundo, acercarse lo más posible al centro de significado de donde emana. Ese es el intento, logrado desde la sencillez más raigal, de ‘La creación del sentido’ (Pre-textos) del reputado poeta Basilio Sánchez, conjunto de prosas fragmentarias de difícil adscripción genérica, en cuanto desborda los límites de las taxonomías al uso para adentrarse en un territorio ignoto, el inconmensurable de la verdad íntima de lo poético como conocimiento y comprensión a través de un ejercicio rememorativo demorado y meticuloso en pos del «orden secreto de las palabras».

De «narración miscelánea» califica la solapa a la cuenta de perlas gozosas que compone el libro. No sé si hace justicia a su hondura radical ni cómo podría hacérsele justicia. Es cierto que los textos hilvanados, yuxtapuestos, en general breves, oscilan entre el poema en prosa, el apunte cotidiano, los versículos contados y fechados, la reminiscencia autobiográfica o la reflexión cotidiana; pero me temo que es un volumen tan excéntrico en todos los sentidos, tan extraordinario, que no puede encorsetarse, tal vez ni interpretarse –desde luego no está hecho para darle de comer a la hermenéutica–, quizá ni siquiera comentarse. Sólo, desde su franciscana quietud y desde su germinal silencio, divulgarse como un secreto de boca en boca.

Alejandro López Andrada: La creación del sentido de Basilio Sánchez. Cuadernos del Sur de Diario de Córdoba, 5 de diciembre de 2015

Tengo en mi mano un libro luminoso, “La creación del sentido”, que en mí siembra una felicidad conmovedora. Es una de esas obras excepcionales que nos impregnan de luz y de ternura quedándose pegadas al corazón. El libro, publicado por Pre-Textos es una esbelta joya melancólica tallada por su autor, Basilio Sánchez, con una inspiración que sobrecoge por su belleza, armonía y solidez. Uno deambula por las calles y los caminos de esta gran obra sintiendo los murmullos del viento y de la lluvia, el cristalino temblor de los domingos de la infancia, la voz del padre, el crujido milagroso de las ventanas al atardecer.

“La creación del sentido” es un espacio al que debe adentrarse el buen lector para tocar el musgo de un recuerdo, la paz de un parque, el embrujo de los patios donde aún respira la infancia del poeta. Sus palabras caen como semillas en este instante sobre mi corazón.


Álex Chico: La creación del sentido, Basilio Sánchez, (Pre-Textos, 2015). Quimera. Revista de literatura. Noviembre 2015.

A veces preferiríamos no seguir al pie de la letra el título de esta sección de la revista, como si una breve recomendación no bastara. Eso nos sucede con Basilio Sánchez, porque cualquier nuevo libro que nos entrega a sus lectores, más que un texto recomendable, es un motivo de celebración. En La creación del sentido, Basilio se aproxima a sus espacios de escritura, a los lugares que le sirven de refugio, a los motivos que le empujaron a la literatura. Una guía personal que nos habla de su cercanía con otros autores y un magnífico compendio de sus anotaciones sobre la creación poética. Con una prosa exquisita, La creación del sentido amplía aún más un universo lleno de sugerencias y matices. Una obra que, sin lugar a dudas, forma parte de la mejor versión de la literatura española contemporánea.


Sandra Benito Fernández: El sentido y la creación de Basilio Sánchez. Heterónima. Revista de Creación y Crítica. Facultad de Filosofía y Letras. Universidad de Extremadura. Cáceres 2015.

Construir una memoria poética que entronca con lo colectivo: ese es el reto de Basilio Sánchez en La creación del sentido (Valencia, Pre-textos, 2015), que parte precisamente de los recuerdos más personales del propio autor que pone en pie el mapa de una ciudad que muchos identifican como la suya. Uno siente al leer La creación del sentido esa profunda convicción de encontrarse ante una obra que oscila constantemente entre la melancolía teñida de cierta inocencia ante los primeros coqueteos con la poesía y el ritmo relajado de una prosa que viste a las palabras –y no a la inversa–.

Basilio Sánchez (Cáceres, 1958) cuenta con una amplia experiencia como autor poético desde su primer poemario, aquel con el que consiguiera ser accésit del premio Adonáis, Al otro lado del alba (Madrid, Rialp, 1984). Por el camino, ha ido editando su impecable voz poética en Calambur, en Visor, en la Editora Regional de Extremadura, en la propia Pre-textos. Así hasta llegar al último volumen de poemas publicado hasta la fecha, el límpido testimonio de Cristalizaciones (Madrid, Hiperión, 2013). Se interna ahora Basilio Sánchez, sin embargo, en la prosa. Lo hace con esa exactitud en la elección de la palabra a la que ya nos tiene acostumbrados en su poesía. Algo de ello adelantaba en aquel último libro, entre sus Cristalizaciones, donde pudimos comprobar cómo esa comunión entre la vida y la literatura conforma uno de los temas nucleares para el poeta cacereño: «No nos basta solo con su presencia:/ las cosas necesitan ser salvadas,/ verse restituidas en su pérdida antes de que suceda». «El poema», recuerda la voz de aquel libro, «nos da las coordenadas de un espacio/ que inevitablemente tendremos que habitar/ solos o en compañía, para siempre».

Ese espacio común entre la literatura y la vida es el que explora Basilio Sánchez en La creación del sentido, donde el autor parece tirar nuevamente de un hilo tan frágil –el de la búsqueda de esa voz lírica que aquí nos narra desde los primeros años de la infancia– siempre a través de una emoción contenida pero indeleble. Esa es la gran conquista de este gran libro: la aparente sencillez con la que el escritor extremeño nos dibuja el recorrido por la creación de una voz poética propia que se narra desde la serenidad de los años pasados. Una difícil empresa que Sánchez cumple con puntualidad.

Como difícil se planteaba, también, llenar un salón de actos como el del Instituto de Lenguas Modernas de Cáceres. Así lo hizo en la presentación del libro el pasado diez de diciembre. Aquel multitudinario y cálido encuentro con sus lectores en el que contó con la impagable presencia de Manuel Borrás –editor literario de Pre-textos–, amén de la de Miguel Ángel Lama, que presentó al hombre y al poeta, y Felicidad Rodríguez. Fue así como vio la luz pública cacereña La creación del sentido, en ese abarrotado salón de actos en el que todos escuchamos cómo «algo parecido a una nieve muy tenue comenzaba acaer sobre los árboles y a depositarse sobre las aceras».

La lectura de este cercano y certero conjunto de prosas nos acerca al hombre que las escribe, y completa su testimonio lírico, aquel que fue desgranado todos estos años. Pero logra un objetivo todavía más alto: ofrece al lector una obra autónoma en la que se revela un prosista deslumbrarte, de timbre ajustado y palabras precisas.