Basilio Sánchez


A este lado del alba


BASTARÁ con que viertas
la marejada tibia de tu pecho
sobre estos cuerpos blancos que anudamos
como árbol frutal
en la callada hora
de la espera,
bastará con la lluvia,
con la fina ebriedad de este crepúsculo
lento que nos lava.


EN este lecho oscuro,
pie que sobre espuma negra ahonda
profundidad sin límites.
Silencio.
Todas las manos duermen como rostros volviéndose.
La juventud cayendo ante los ojos
eternamente huidos.
Contra la roca helada el mar golpea.

Y al fondo luces,
una ventana ardiéndose en el aire.
Extrañamente vivo, el cuerpo tiembla,
destello en los tejados,
mientras, al fin la luz, derrama el día
su murmullo de pájaros
sobre el etéreo mundo que se invierte:
celebración del vidrio de tu carne.