Basilio Sánchez (Cáceres, 1958) comienza a publicar a mediados de los ochenta del siglo XX. Ha publicado hasta la fecha una decena de poemarios que constituyen una de las obras más homogéneas y coherentes del panorama poético nacional.
Su obra ha sido incluida en diversas antologías y sus poemas han sido traducidos a varias lenguas. Los premios obtenidos, la publicación de sus obras en las más importantes editoriales de poesía del país, la perfección formal, así como la altura ética de su contenido hacen de Basilio Sánchez una de las voces más importantes y reconocibles de la poesía española contemporánea.
Para buena parte de los historiadores, el periodo conocido como «Transición» ocuparía desde 1975 (con la muerte de Franco) hasta 1982 (con la victoria por mayoría absoluta del PSOE, un partido de centro izquierda, en las elecciones generales), tras la que vendría una etapa de progresivo asentamiento democrático en el país a todos los niveles. En esta nueva etapa de relativa estabilidad, desarrollo económico, descentralización política y apertura al exterior comienza la labor poética de Basilio Sánchez. No obstante, hay que apuntar dos aspectos que le distinguen de las líneas poéticas predominantes en el país: por un lado, su ubicación periférica y alejada de los grandes cenáculos mediáticos de la cultura; por otro, un modo de entender la poesía notablemente opuesto a las líneas hegemónicas en el periodo, representadas por la «poesía de la experiencia». Frente a esa concepción lírica más inmediata, cotidiana y material, el autor muestra una poesía más meditativa que pone el acento en la búsqueda humilde de lo trascendental y el compromiso ético con su tiempo a través de un lenguaje cada vez más depurado y transparente.
Basilio Sánchez (Cáceres, 1958) es Licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad de Extremadura. Ejerce como médico de Cuidados Intensivos en un hospital de su ciudad natal.
Las inquietudes artísticas del autor bien pueden provenir de su entorno familiar. Su padre tenía un gran talento para la pintura y su madre para la música.
Su obra literaria ha sido avalada por los premios de poesía más importantes del país, lo que ha facilitado la difusión de sus libros a través de las editoriales más prestigiosas. Todo ello, junto a una regularidad en la publicación y una muy coherente trayectoria, han suscitado el reconocimiento unánime de su poesía a nivel nacional e internacional.
En 1983, cuando el autor contaba con 25 años, obtuvo un Accésit del Premio Adonáis de poesía con el libro A este lado del alba, publicado en Rialp un año después. Tras un periodo de nueve años de silencio se sucedieron, con cierta regularidad, otros once libros de poesía, publicados en algunas de las editoriales señeras de la poesía española. Son los siguientes:
Los bosques interiores (Badajoz, Diputación Provincial, 1993; reedición revisada en Salamanca, Amarú, 2002)
La mirada apacible (Valencia, Pre-Textos, 1996)
Al final de la tarde (Madrid, Calambur, 1998)
El cielo de las cosas (Mérida, E.R.Ex., 2000)
Para guardar el sueño (Madrid, Visor, 2003)
Entre una sombra y otra (Madrid, Visor, 2006)
Las estaciones lentas (Madrid, Visor, 2008)
Cristalizaciones (Madrid, Hiperión, 2013)
Esperando las noticias del agua (Valencia, Pre-Textos, 2018)
He heredado un nogal sobre la tumba de los reyes (Madrid, Visor, 2019)
El baile de los pájaros (Valencia, Pre-Textos, 2023)
En 2010, con prólogo de Miguel Ángel Lama, publicó unas obras completas hasta esa fecha en la editorial Calambur, Los bosques de la mirada. Poesía reunida 1984-2009 que, con levísimas variaciones, reunía los libros citados anteriormente salvo A este lado del alba, que el autor considera un libro de juventud, de tentativas, cuando aún no había hallado su voz personal.
Además del citado premio Adonáis, la trayectoria literaria del autor está jalonada por prestigiosos premios como el accésit del Gil de Biedma, el Premio Internacional de Poesía Unicaja, el Premio Internacional de Poesía Tiflos, el Premio Ciudad de Córdoba “Ricardo Molina” y el Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe. Además, obtuvo el Premio Extremadura a la Creación a la Mejor Obra Literaria de Autor Extremeño en 2007 por su libro Entre una sombra y otra.
Ha escrito dos libros en prosa, El cuenco de la mano (Villanueva de la Serena, Littera Libros, 2007) y La creación del sentido (Valencia, Pre-Textos, 2015). En ambos predomina una mirada subjetiva, lírica, sea sobre aspectos biográficos en el primer caso, sea sobre la creación literaria, en el segundo.
La obra de Basilio Sánchez se relaciona con una corriente poética denominada «poesía meditativa» o «de la meditación», línea no hegemónica en España a finales del siglo XX y comienzos del XXI, pero que siempre contó con una tradición nacional e internacional en la que se inscriben poetas muy queridos por el autor como Rilke, Giuseppe Lanza del Vasto, Adam Zagajewski, Wallace Stevens, Antonio Machado, Vicente Aleixandre, Claudio Rodríguez y, por supuesto Luis Cernuda. Esta forma de entender la poesía, con sus diferentes modulaciones, siempre halló un terreno fértil en Extremadura por aquellos años.
Aunque se han trazado por parte de la crítica algunas etapas dentro de la dilatada trayectoria del autor, puede afirmarse que se trata de una obra muy homogénea tanto en la elección de los temas como en la personalidad ética que adopta el sujeto lírico. También lo es en el uso de un lenguaje preciso, armónico, cuyas piezas encajan sin estridencias en versos sobre patrones métricos clásicos. Con todo, se observa a partir de Cristalizaciones un mayor afán de claridad, de cercanía, un esfuerzo por transmitir de una forma más transparente el mensaje. En ello influye no poco la presencia cada vez más nítida de un sujeto lírico que adopta la voz adánica de quien observa la naturaleza o la condición humana desde unos ojos nuevos, no contaminados, como si estrenaran el mundo. Y lo transmite a los lectores como si fuese una confidencia, una revelación desde una perspectiva primigenia, mítica.
A lo largo de los años, la crítica que se ha ocupado de la obra de Basilio Sánchez ha utilizado insistentemente algunos sustantivos que la definen: meditación, contemplación, esencialidad, equilibrio, armonía, depuración, serenidad, sobriedad, atmósfera limpia, musicalidad suave, silencio, rumor, humanismo ético, transparencia, naturalidad, cercanía, sencillez elaborada, elegancia, trascendencia, naturaleza, fulgor, espiritualidad, confidencia, lentitud, sosiego, intimismo, metapoesía, verdad, humildad. Estamos, pues, ante una poesía que se articula entre la reflexión sobre la trascendencia de las cosas sencillas y un posicionamiento ético con su tiempo.
Con todo, interesa destacar algunas interpretaciones sobre la obra de Basilio Sánchez (algunas de los cuales figuran en la bibliografía selecta que acompaña estas líneas) que se apartan o matizan estas ideas generales. Así, algunos críticos resaltan el rico andamiaje simbólico en que se apoya el discurso poético del autor (mirada, bosques, árboles, pájaros, nubes, arroyos, caminos, puertas); otros inciden en el carácter subversivo e inquietante que se esconde tras la aparente superficie apacible y luminosa de su poesía («nadie me reconoce / mezclado con los locos», se afirma en el poema «Fracturas», contenido en esta antología); hay quienes subrayan las reminiscencias silenciarias de sus versos o su dimensión metapoética (quien escribe, lo hace desde su condición de hombre, pero también desde su condición de poeta); algunos lectores quedan atrapados por el carácter panteísta, místico o profundamente amoroso que late en los versos; otros, en fin, señalan algunas paradojas presentes a lo largo de toda su obra, como su profunda espiritualidad, la deliberada ausencia de coordenadas espacio-temporales que amplifica el discurso desde un territorio mítico, los sutiles desdoblamientos que se operan en el sujeto lírico sin desviarlo del todo de la presencia real y física del autor, etc.
Todas estas lecturas se añaden y superponen al discurso lírico de Basilio Sánchez, que es a la vez claro y connotativo, sencillo y denso, como un susurro y, simultáneamente, como un clamor ético. Ocurre con las grandes obras que bajo su aparente sencillez esconden perspectivas latentes, infinitas. La poesía de Basilio Sánchez constituye un paradigma inagotable de todo ello.
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